En
este lugar no fue la escandalosa, ni la callada, pero fue quien siempre estaba,
quien acudía sin ser llamada, sin esperar nada a cambio y resignándose ante la
indiferencia que parecía causar
En
otros lugares tampoco era la rebelde ni la sobresaliente, pero fue quien tuvo
que ser, quien supo llorar a tiempo, y defender el último recuerdo.
Tan
solo en un lugar fue única, una flor llegada en primavera, donde con un abrazo
la calmaban el dolor, donde con palabras entraba en razón, donde sabían que no
era fácil, allí el lugar para encontrar el equilibrio perfecto, sin aquellas
manos, jardineros perfectos, con una solo mirada desnudaban la flor, en
ocasiones pudo estar a punto de marchitar, de torcerse, pero al instante tenia
la guía puesta, y con la perfecta estabilidad volvía al camino.
Por
aquellos maestros de la jardinería soy quien soy y seré lo que soñé.
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